jueves, 3 de abril de 2014

LA MENTIRA




¿Quién no ha mentido alguna vez?
Seguro que todos nosotros, en alguna ocasión, hemos mentido. Pero tenemos que diferenciar de una "mentijirilla" o mentira piadosa a hacer de la mentira una forma de vida para subsistir.
Qué es la mentira?
Mentir es cambiar la realidad y nuestras habilidades para causar una impresión favorable en los demás, producto de la inseguridad y desconfianza de ser aceptados tal y como somos.
Mentir es un recurso fácil para huir del esfuerzo y de uno mismo, aunque corres el riesgo de que te descubran. 
Aunque el mentiroso casi siempre tiene la habilidad de convencer al otro, incluso ante hechos constatados y obvios. Dependerá de nosotros el creerlo y así evitar el conflicto o ser valientes para desenmascararlo y darnos cuenta de la persona que tenemos delante.
Las personas sinceras y honestas no tenemos que vigilar la versión de lo que contamos porque es la "real", mientras que el mentiroso debe controlar lo que cuenta y su versión para que no lo pillen.
El hábito de mentir es un trastorno de la personalidad llamado "seudología fantástica", que es una compulsión a imaginar una historia o unos hechos para causar admiración en los demás o para conseguir unos fines determinados.
El querer impresionar se basa en la necesidad de parecer genial y valioso por medios tramposos. Refleja la necesidad que tenemos de que nos quieran, seguramente debido a una infancia donde hubo una carencia afectiva del padre o la madre.
Es ambicioso en querer destacar y hace lo que sea para conseguirlo, son de las personas que piensas que "el fin justifica los medios"
El mentiroso patológico no se conforma con ser una persona cualquiera y a menudo son personas brillantes que se creen sus propias mentiras porque no soportarían la realidad de ser descubiertos. Desea ser siempre una persona de primera magnitud, de esas que los demás admiran embelesados, ya que muchas veces se convierten en "encantadores de serpientes".
llevan un disfraz muy pegadito a la piel que jamás se quitan y tienen extremo cuidado en seguir pareciendo maravillosos ante su víctima. Si, he dicho víctima, ya que la mayoría de veces las personas que descubren sus mentiras reconocen que han sido utilizadas, engañadas y humilladas. Llegando incluso a creer que son ellas las enfermas porque ellos son tan "buenos" y "perfectos" que casi es imposible creerte lo que acabas de descubrir.
También mintiendo sobre lo que hacemos llevamos a cabo algo que proporciona un pequeño resto de placer que nos da una migaja de lo que nos gustaría.
La mentira se convierte en un delicioso plato para satisfacer necesidades que siendo sinceros no satisfaríamos,  pero que a base de engaño tras engaño, fantasía tras fantasía nos hace sentir el sueño tan real que casi lo podemos creer.
El problema del mentiroso es que para mentir tanto y que no se note ha de hacer lo mismo que un actor que representa un personaje y quiere resultar creíble: esforzarse muchísimo, como si uno fuera esa persona inventada, que realmente uno se confunda y olvide de quien es realmente. Y al final el mentiroso se convierte en el personaje que representa y se lo cree.
Para que un mentiroso se cure debe reconocer su necesidad de brillar y de tener súbditos a sus pies y dedicarse con firmeza a mejorar como es él verdaderamente y aceptando que lo han descubierto. 
Este proceso es muy difícil de conseguir ya que el mentiroso rara vez reconoce sus mentiras, que ha ido dejando cadáveres emocionales a su paso y que necesita la mentira para vivir y casi siempre culpabiliza a la persona que lo ha descubierto de enferma y elucubradora. Y es dificil desenmascararlos porque normalmente son muy reconocidos socialmente. Ellos ya se han encargado de adornarse de credibilidad.
El mentiroso patológico no vive completamente en la realidad, si no que lo hace en las mentiras que dice, las que son un remedio para su baja autoestima, sin ellas no sería nada, se hundiría. Toda su comunicación está estratégicamente formulada para obtener su objetivo.
Podemos estar al lado conviviendo con una persona así y al descubrirla (casi siempre el fallo no es suyo, lo tiene todo muy estudiado), parecernos imposible que sea verdad lo que hemos descubierto. Así que terapéuticamente hablando, si el río suena mira de buscar porque suena, no pares hasta saber la verdad aunque duela. ¿he estado viviendo con mi enemigo?. 
A veces si, pero todo tu ser, tu dignidad y tu autoestima saldrán beneficiados cuando le quites la máscara y te alejes de él. Recuerda que siempre te echará la culpa a ti, que él nunca pide disculpas, ni reconocerá los hechos...Y por mucho que quieras a esa persona, se valiente, honesta y coherente para decidir con quién quieres relacionarte o vivir el resto de tu vida. ¿Con un disfraz, o con alguien auténtico?.
Como siempre, tú elijes!.
  
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